
Al entrar, al teatro, podemos observar un escenario con múltiples escaleras, plataformas e instrumentos musicales postrados al costado izquierdo, esto ya da una idea de cómo se desarrollara la obra, conforme avanzan las llamadas (primera, segunda, tercera) se puede escuchar a los músicos practicando una pieza de blues, seguido del “favor de apagar su teléfono” con el cual las actrices afinan sus voces haciendo el mismo llamado.
Se apagan las luces, un actor introduce
“Celos, que amor en las sospechas cría…”, acto seguido se dirige al costado
izquierdo y toma una guitarra, aparece Herodes –representado por Jorge Ávalos−
quien continua con el soneto de Lope de Vega “…Son una indivisible compañía/
Celos y amor, y aun pienso que una esencia,/ pero
con esta sola diferencia:/ que
celos son la noche, amor el día…”, a la par del soneto se comienzan a escuchar
riffs de blues y los actores van apareciendo al escenario, cuatro hombres y
cuatro mujeres, ocho actores en total que representaran a catorce personajes
–debo agregar: todos actúan y tocan un instrumento o cantan−, empieza así El mayor monstruo del mundo atrapando al
público desde el principio e invitándolo a no dejar su asiento.
¿Cómo dejar la butaca ante tal introducción? Habrá quien se sienta ofendido al observar una obra de teatro del Siglo de oro español como un musical –antes había orquestas en los teatros ¿qué tendría de malo una banda de rock?−, con esto, recuerdo algunos musicales del cine como The wall, El show de terror de Rocky o Los hermanos caradura, esta última la relaciono con la propuesta de José Caballero por el Blues que fluye a lo largo de la escenificación; sin embargo, hay un gran trecho: el tiempo, mientras que en el cine se puede repetir una y otra vez la escena en busca de la perfección, en el teatro debe ser una sola toma, y en esa toma no se trata sólo del trabajo de un actor sino de varios en conjunto, por lo cual hay otra diferencia entre los musicales del cine y teatro, el poder aplaudirle al actor para reconocer el esfuerzo por representar a la perfección una obra y el trabajo en conjunto.
¿Cómo dejar la butaca ante tal introducción? Habrá quien se sienta ofendido al observar una obra de teatro del Siglo de oro español como un musical –antes había orquestas en los teatros ¿qué tendría de malo una banda de rock?−, con esto, recuerdo algunos musicales del cine como The wall, El show de terror de Rocky o Los hermanos caradura, esta última la relaciono con la propuesta de José Caballero por el Blues que fluye a lo largo de la escenificación; sin embargo, hay un gran trecho: el tiempo, mientras que en el cine se puede repetir una y otra vez la escena en busca de la perfección, en el teatro debe ser una sola toma, y en esa toma no se trata sólo del trabajo de un actor sino de varios en conjunto, por lo cual hay otra diferencia entre los musicales del cine y teatro, el poder aplaudirle al actor para reconocer el esfuerzo por representar a la perfección una obra y el trabajo en conjunto.
Al principio mencione que ocho
actores dan vida a catorce personajes, esto lo logran mediante el vestuario, en
este caso con sombreros. Si bien los nombres de los personajes nos remiten al
Imperio Romano, los actores visten en todo momento traje, sólo Octaviano
–Antonio Rojas− porta una toga roja sobre su traje, con lo cual se diferencia
del resto, siendo el único personaje que interpreta al igual que Jorge Ávalos (Herodes).
Las luces al fondo del escenario, así como la posición que ocupan los personajes en las diferentes plataformas, nos permiten diferenciar entre lugares y situaciones, por ejemplo: el color verde sirve para ubicarnos en un jardín, el color negro adentro del castillo, el azul al campamento de Octaviano en Jerusalén y el Rojo para lugares lejanos, situaciones de peligro y cómicos, diferenciándolos con música, en el caso de los cómicos utilizan piezas musicales que recuerdan a las tarantelas.
El mayor monstruo del mundo se desarrolla entre blues, poesía y celos, siendo estos últimos el tema principal de la obra, resulta entonces, acertada la introducción agregada con el soneto de Lope de Vega “Querer la propia desdicha”. Con todo esto el costo de la entrada −$70.00 y $30.00 los jueves con credencial de estudiante− que parece mínimo para el trabajo anterior y en escena hecho por los actores, se debe agradecer a los fondos y apoyos que recibieron para la puesta en escena.
Vale la pena reencontrar al teatro con obras de esta calidad y más si, como estudiantes de ciencias sociales, la última vez que observamos una puesta en escena fue en el medio superior –más por obligación que por gusto−. Regresemos pues, con gusto al teatro y apreciemos lo que las ciencias humanas nos ofrecen.
Las luces al fondo del escenario, así como la posición que ocupan los personajes en las diferentes plataformas, nos permiten diferenciar entre lugares y situaciones, por ejemplo: el color verde sirve para ubicarnos en un jardín, el color negro adentro del castillo, el azul al campamento de Octaviano en Jerusalén y el Rojo para lugares lejanos, situaciones de peligro y cómicos, diferenciándolos con música, en el caso de los cómicos utilizan piezas musicales que recuerdan a las tarantelas.
El mayor monstruo del mundo se desarrolla entre blues, poesía y celos, siendo estos últimos el tema principal de la obra, resulta entonces, acertada la introducción agregada con el soneto de Lope de Vega “Querer la propia desdicha”. Con todo esto el costo de la entrada −$70.00 y $30.00 los jueves con credencial de estudiante− que parece mínimo para el trabajo anterior y en escena hecho por los actores, se debe agradecer a los fondos y apoyos que recibieron para la puesta en escena.
Vale la pena reencontrar al teatro con obras de esta calidad y más si, como estudiantes de ciencias sociales, la última vez que observamos una puesta en escena fue en el medio superior –más por obligación que por gusto−. Regresemos pues, con gusto al teatro y apreciemos lo que las ciencias humanas nos ofrecen.
Bibliografía.
El mayor
monstruo del mundo. Por Pedro
Calderón de la Barca. Dir. José Caballero. Actores Jorge Ávalos, Violeta
Sarmiento, Antonio Rojas, Alberto Santiago, Patricia Yáñez, Victoria Benet,
Paula Watson, Alberto Rosas. Teatro Juan Ruiz de Alarcón, México. 09 may. 2013.
Representación.
***Imagenes: http://www.teatro.unam.mx/wwwteatrounam/Paginas/el-mayor-monstruo.html
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