viernes, 5 de abril de 2013

"Hoy decimos: Ya basta”... del abuso a la Selva Lacandona.



Hoy en día llamar a una selva el “oro verde” es mejor apreciado que hace algunos años, la preocupación del hombre del siglo XXI por la naturaleza o por los intereses de unos pocos nos lleva a pensar distinto que el hombre de siglos pasados. En 1988, cuando salió a la luz el libro Oro verde: La conquista de la Selva Lacandona por los madereros tabasqueños (1822-1949) la ecología no era un tema de moda y mucho menos en un estado olvidado desde la independencia de México como menciona su autor Jan de Vos. Aunque este libro se refiere a la historia de la Selva Lacandona, estrictamente al periodo mencionado en el titulo, nos servirá para ver desde otra perspectiva la importancia que tiene esta en el país y como la deforestación puede afectar económica, social y ecológicamente una región determinada.  
            La Selva Lacandona es más que una Declaración de la Selva Lacandona, y pensar que como menciona Jan de Vos, las personas que habitan esa Selva Lacandona no descienden de los pueblos originarios de la misma, entonces ¿Cómo es que se atreven a decir “Ya basta” en nombre de los pueblos oprimidos por 500 años?, pero eso es análisis de los sociólogos, quizás esto sea otro rayo en la tormenta actual por la que atraviesa la Selva Lacandona.        
            A lo largo del libro Jan de Vos plantea, en base a una amplia investigación que en algunos casos se vio limitada, tres problemas: La tala indiscriminada en la Selva Lacandona, con un incremento considerable a mediados del siglo pasado “En 25 años […] fueron responsables de la desaparición de una tercera parte de la Selva Lacandona” (de Vos 258); las migraciones provocadas por las monterías tabasqueñas –menciona también, como dato de conocimiento general, la reubicación por parte del Estado mexicano de comunidades ajenas a la selva terminada la revolución–; y, el desinterés y malas decisiones por parte del Estado para resolver las problemáticas antes mencionadas.
            Actualmente el Estado también busca una explotación de los recursos naturales, la migración por parte de los guatemaltecos, así como la aparición de un conflicto armado, son problemas que se suman a los ya presentes en el periodo que enmarca Jan; resulta entonces necesaria la siguiente cita: “en comparación con esta problemática actual […] la situación de la Selva Lacandona anterior […]  parece ser una prolongada calma antes del estallido de la tormenta” (de Vos 259). Pero, ¿Cómo llegamos a esta tormenta?
            Jan comienza el libro describiéndonos, casi de forma fotográfica –Salvador Elizondo nos decía que “la fotografía es una forma estática de la inmortalidad” y Jan de Vos a través de su descripción parece hacerlo también−, las características geográficas de la selva, que en un principio pareciera una fortaleza para la flora y fauna y después se convirtiera en una cárcel para los trabajadores de las madereras: “los «monteros» viven en una semiesclavitud, amarrados al campamento por las deudas y por más de 100 kilómetros de vegetación tropical casi imposible de franquear” (de Vos 11), además de las características geográficas menciona que algunos asentamientos Mayas fueron absorbidos por la selva –esto nos recuerda el poder de la naturaleza que menciona Alejo Carpentier en Los pasos perdidos− y que esta selva fue el refugio de los “últimos verdaderos mayas” (de Vos 17) −motivo por el cual se le llama Lacandonia a la selva−  ante la colonización española.          
            Los factores que propician la gran altura y vegetación – facilitan tambien el crecimiento de arboles de maderas preciosas como la caoba− son: “la precipitación pluvial superior a un promedio de 2000 mm anuales, y temperaturas promediadas entre 22 y 26º C” (de Vos 29). Jan nos menciona algunas de las características de la caoba como el color, resistencia, olor, tamaño y el motivo por el cual es el árbol más valioso de América y uno de los mas apreciados del mundo: “La caoba se presenta […] como un árbol solitario, […] 1 o 2 ejemplares por hectárea, en zonas de particular abundancia” (idem).      
            Así es como nos presenta las razones por las cuales las madereras tabasqueñas se interesan en esa selva y en arriesgar el capital para obtener maderas preciosas de la selva sin importar el daño que se le hace a la selva, cabe señalar que por “madereras tabasqueñas” el autor se refiere a la ubicación principal de las madereras, mencionando por momentos que se trata de inversión extranjera. 
            Conforme avanza la lectura del libro nos damos cuenta como la evolución en los transportes, primero valsas luego barcos de vapor, así como de las maquinas utilizadas y el establecimiento cada vez más profundo de las madereras en la selva, afecta en mayor proporción a la selva, haciendo más difícil su recuperación (Evolucionan las maquinarias utilizadas pero el trato hacia los “monteros”, no). Al abrir caminos en busca de las maderas y al quedar abandonadas al entrar en “decadencia” las madereras, dejaron el campo propicio para otro de los problemas que afectan a la Selva Lacandona, los asentamientos irregulares – después legalizados y aumentados por el gobierno− que propiciaron una lucha entre los habitantes originarios y los recién llegados.           Estos nuevos asentamientos propician también la deforestación por parte de los nuevos inquilinos de la selva.
            El gobierno al intentar resolver el problema entre los nuevos y originales habitantes, crea un conflicto mayor al original y al darse cuenta de las diversas materias primas que puede extraer de la selva, decide adentrarse más en ella, dejando la puerta abierta a las talas clandestinas y a más asentamientos irregulares. La selva que antes era protegida por sus características únicas se ve afectada por las nuevas maquinas e intereses capitalistas de unos cuantos, Jan de Vos nos dice que la tala hecha por los madereros de tabasco en el periodo comprendido entre 1822 y 1949, no se compara en nada con lo que hoy en día se le está haciendo a la selva sin darle tiempo para reponerse del embate; igual esto no justifica el daño hecho en ese periodo.           
            Si bien el Oro verde es un archivo de gran valor histórico y geográfico, también servirá para que, los jóvenes interesados −por moda o por ideales− en la ecología, lo retomen e inclusive lo complementen para salvar a esta selva que sobrevive, a pesar del olvido o desinterés de las autoridades correspondientes, ya que el tiempo alcanzo a este libro. Debemos recordar que el conocimiento del pasado nos llevara a crear un mejor futuro, quizás se deba decir: “Ya basta” a la explotación sin conciencia ecológica de la Selva Lacandona, a la explotación política de “Lacandonia”...         


Bibliografía:
Vos, Jan de.  Oro verde: La conquista de la Selva Lacandona por los madereros tabasqueños, 1822 – 1949. Mexico: Instituto de cultura de tabasco - FCE, 1996. Impreso.

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